Es indudable que los maestros peruanos adolecen de limitaciones en su proceso formativo y esto repercute en la calidad de la educación de nuestros niños y niñas. Por ello, deben ser bienvenidos los programas que busquen superar esta situación. Aún más, el magisterio tiene derecho y deber a un adecuado desarrollo profesional.
El Programa de Capacitación y Formación Docente –PRONAFCAP- del Ministerio de Educación viene desarrollando sus actividades aparentemente de manera normal.
En esta oportunidad no queremos discutirlo desde la óptica de sus contenidos, de su estrategia y/o de su intencionalidad. Quisiéramos debatirlo en relación al tiempo que le dedican los maestros y el impacto que está teniendo en la vida personal, familiar y profesional.
La vida personal, familiar y profesional de los docentes que participan en PRONAFCAP viene cambiando, al no tener horas de descanso, pues ahora asisten a los cursos presenciales los días sábados (10 horas) y en algunos lugares parte del domingo. Son observados y asesorados en su trabajo diario por Monitores-Asesores toda una jornada escolar (son seis en total) y además deben participar en cinco reuniones institucionales fuera del horario de clases (generalmente los domingos). Estas acciones no toman en cuenta el lado personal-familiar del docente, situación que está agravando su fatiga mental y física, afectando su autoestima, pues se sienten impotentes ante el trato y con poco entusiasmo.
PLANCAD -anterior programa de capacitación docente- enfatizó el aspecto metodológico de la enseñanza. El actual PRONAFCAP destaca la teoría de la comunicación y lógico matemática, del currículo y las distintas áreas curriculares.
Ambos dejan de lado el factor psicológico personal del maestro para que tenga una labor eficiente. Varios estudios demuestran que el magisterio tiene como “enfermedad ocupacional” no solamente afecciones vocales, sino situaciones de estrés. PRONAFCAP estaría agudizando este problema, al vulnerar el necesario descanso de los docentes.
Discutamos el tema:
- ¿PRONAFCAP está limitando el derecho al descanso de los maestros y maestras que participan en sus actividades?
- ¿Qué efectos tiene la falta de descanso de los docentes en la vida personal, familiar y profesional?
- ¿Cómo conjugar el derecho-deber de “capacitarse” y el derecho-deber a un adecuado descanso?
- ¿Qué propuestas prácticas tenemos para superar el problema?